miércoles, 26 de noviembre de 2008

TODO ESTÁ DENTRO

Los periódicos locales, las radios locales, los informativos de las televisiones locales, reflejaron el suceso que nos ocupa y el ruido del tráfico en la misma noticia, como hacían siempre y sin la menor conciencia. Redacciones mal insonorizadas y comprensión con cara de mona hacia un conductor cuya premura sólo se justificaría en el caso de estar cagándose al ritmo del claxon, son dos posibles explicaciones a ese cierto impulso al desconcierto de la crónica matutina. La progresía y la regresía (aproximación a un galicismo que le queda grande) se habían aliado al olor de la palabra despiece. Para despedazarlos.
El suceso no fue un suicidio, y sin embargo así se aseguró.
Fui a tender la ropa recién comido por dentro por alubias del Día (no confundir con legumbres frescas), erguido artificialmente por un hilo de vida responsable, sin resuello y con sueño, desolado por la disipación de las últimas convicciones y la evaporación de las últimas ilusiones... La luz y el calor no eran propios de septiembre, este sudor no era propio de un intelectual. Y en un movimiento absurdo de puro perfeccionismo tendedor, sujeto a un alfiler (en consonancia con lo que fue mi vida) caí desde la azotea sin ofrecer resistencia, como un soldado vigía de cerámica que no comprende cómo llegó a las almenas. Y caí cerrando los ojos sin querer hacerme preguntas, ofreciendo resistencia a visualizar la escena frente a este maldito don panorámico que me vio crecer, e intentando no recordar ningún plan previo a la colada para no morir con un inmortal eco de rubor.

viernes, 21 de noviembre de 2008

EMPIEZO A CREER EN OTRAS COSAS

Septiembre del año 2001, empiezo a creer en otras cosas. Escucharé a partir de ahora todo lo que me digas, no pondré, te lo prometo, esas caras de inteligente que te enervan tanto. Si leeré ese libro estúpido que tanto te gustó, nunca supiste, en efecto, que una palabra tras otra es un truco al alcance de unos pocos. Te gustaré más, me degradaré por agradar. Hay una razón para cambiar de dirección en cuestión de días, te lo juro por Dios. Exacto, empiezo a creer en otras cosas. No puede ser casualidad lo que dijo Nostradamus en el siglo catapúm (mi infancia, incendios forestales) acerca de la mayor impresión de mi vida de salón. Comeré con menos pasión y nunca abandonaré mi repulsa al ruido rumiante. Te invitaré más a menudo, te lo mereces. Respeté siempre tu manera de prepararte el desayuno, y te asalté. Ya me doy cuenta de que empiezo a ver con otros ojos la programación de la segunda cadena los domingos por la mañana.

sábado, 15 de noviembre de 2008

MEMORIAS PENDIENTES DE UN HILO

La Edad de Oro es la traducción del pub cuyo exterior más cosas me prometía al principio. Esa calle se perdía en lo que yo quería imaginar un barrio a la sureña usanza, con más manzanas y más cuadradas, con sitio para alguna plaza. Lo que no dominaba mi vista era en realidad donde se escondían los vacíos y los zorros, las inconexiones urbanas y los disparates bajo un mismo techo, lo contrario a la Navidad.
Por Bethnal Green, o por Hackney Road, había un reformatorio. Creo que los edificios de alrededor estaban inhabitados, creo que la hamburguesa para hindúes vegetarianos y los ratones blancos entre luces de neón fueron concebidos en los años setenta, creí paseando farragosamente con mis amigos catalanes que en pocos años habríamos importado la fórmula de anuncios guarros en las cabinas telefónicas. Coleccionábamos esas cartulinas.
El sonido que hacen las orquestas antes de organizarse era la inspiración para la gente que se cruzaba en las calles más famosas si estábamos, eso sí, en un día festivo al sol de la tercera vía y asumíamos firmes responsabilidades para con el centro del mundo. Turistas, policías y actrices amateurs completaban aquella empresa de máximos por la que la especie era más humana y menos ecuánime. Todos hemos leído a Fitzgerald con los hombros caídos o todos hemos caído en la mismas debilidades de los hombres más leídos, daba igual, el hecho es que el amor siempre era un futuro mejor y dicha sugestión me tenía lejos de una milésima de abandono o frialdad. Sólo se sabía que pasaría el tiempo, ante lo cual yo pedía ser netamente educado, como un padre que instruye a sus hijos con la ayuda de la tele. Me gustan los picos de evolución, digo saboreando brumas de resaca y jugando con las palabras. Con esto ya se puede reconstruir mi cara en aquellas tiendas de discos, siempre directo a los puestos de escucha y descubriendo canciones para otro ciclo de mi vida. Había emigrado de espaldas.

martes, 11 de noviembre de 2008

A MÍ LA LECCIÓN

Vuelvo al concepto y he perdido la ocasión de adaptarme a la órbita demográfica, la entropía mancomunada relaja a cualquier vecino. Miro hacia abajo y compruebo la velocidad fugitiva de un derrotado amable, al final tendré un noble principio de escoliosis contradiagnosticado por evidencias, el peso que faltaba para evitar una rutina limpia sobre mis hombros, caspa de palabras y deseos. Un mirar a los ojos sin doblepensar: la atención que se propone avanzar, la conciencia que se retrae, el efecto de cámara de Vértigo visto con la expresión del futbolista Cocu. Sombra, deposiciones, sol, calle Sol, claros y nubes y actitudes. Formular promesas de éxito fue como recordar todas las capitales del mundo, igual de romántico y errante.

domingo, 9 de noviembre de 2008

LOS PRINCIPIOS

Las ventanas permitían dócil paso a la luz, no a imagen alguna. Mortecinos eran los exámenes por la tarde y Montesinos eran los hermanos que nunca los hacían. Yo, empollón y buen jugador de futbito y baloncesto, me movía en la sutil frontera de la marginación fraternal y el respeto germánico, el segundo calificativo más propio del primer significado según nos aporta nuestra pronunciación roma.
Cuando volvía al colegio después de comer, acariciado por la temperatura más gestante de la especie, encontraba a mis amigos en plena euforia deportiva o disfrutando de la canícula, referencia aquí a tierra horadada, a perlas americanas y técnicas de disparo, chasquidos. Una de esas tardes me encontré al Buyo hecho un poema de Lorca: jugando al poliladro había resbalado con una mierda situada en los alrededores del comedor, cayendo además sobre otra mucho mayor un metro más cerca de la cocina. Las autoridades magistrales le dieron la tarde libre, pero no sin dedicarle antes una faciloca reprimenda pública, a saber si por el olor que había adquirido su ropa o por recorrer olvidados recovecos del onomatopéyico colegio Padre Manjón.
El Chóped (trigo de San Luis y San Julián) era el generoso apodo de nuestro grasiento director. El Casquet (oráculo del Casco Norte) fue expulsado para siempre un almuerzo por darle un conmovedor puñetazo en defensa propia y generacional. Honor de menor, tampoco habíamos pedido venir a este mundo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

VIAJE AL CENTRO DE SEVILLA

Oficialmente, las primeras brisas del otoño eran el quince de septiembre, a las horas más relevantes. Yo había crecido creyendo en esa clase de frío, es decir, en cierto brillo en los ojos en jovencitas que piden refugio en ciudades grandes. Todavía no había envejecido nada, y eso debía aprovecharlo (ya me sabía de memoria el párrafo que fue escrito para un tiempo así).
Por mí, que pasaran los exámenes estrepitosamente sobre mi reputación, pero sin pausa, lo más rápido posible. Mientras yo estudiaba por contacto, interesantísimas colecciones se anunciaban sin cesar en la tele, y entre cena y cena (los horarios que diferencian a los vecinos) publirreportajes densos como las perrunillas nos hablaban sobre el cambio de moneda. Y en términos generales, la nitidez prometía ser el nuevo valor en auge.

viernes, 7 de noviembre de 2008

LA LIMPIEZA DE LOS TERRENOS

A este lado de los ladrillos, el ruido, el movimiento, registrados con rigor y un destello lenticular. Llovía en la calle. Puedo creer incluso que el camino a la casa de un amigo con Spectrum fue tomado por el cine, el relieve y la infancia. Cualquier parecido con Manchester era la causa de la diferencia que existe veinte años más tarde entre unas personas y otras. Os aseguro que me gustan los toros serios, por eso ahora el sol se hace más y más grande, y el cocido se almuerza doble, y el gazpacho de mi madre me salvó de la ruina. El Doctor Who, la Feria... y reconozco que estoy en crisis.

martes, 4 de noviembre de 2008

MARíA

Yo no he visto la película. Por eso para mí Amélie eres tú y la película es tu cuarto y tu cama, y tu cintura iluminada en rojo y tu cariñosa investigación de mi cara con barba... y la Navidad, tu decisión de venir a verme fuera de todo pánico, hacer de la distancia natural que separa los cuerpos una causa para abrazarnos con más fuerza que nunca, que siempre sería así. Tu forma de llamarme desde tu dolor de garganta hasta mi nudo en la garganta. Me parece que llegará un día en que no podré escuchar la canción número 4 si no es con la luz apagada, si no es con la luz encendida.
Intuyo que cambiarás con el tiempo al tiempo que yo permaneceré impasible no por orgullo sino de dolor. Yo te querré como cuando te esperé hora y media en la playa y no apareciste, aquella tarde en la que empecé a sorprenderme de los efectos que la espera tenía sobre mi esperanza, cara de que algo me pasaba entre la casualidad de la canción con tu nombre (en el lugar y el año en que naciste) y creer verte diez o doce veces entre la arena... y el fondo del ruido del mar... y la médula espinal. Como si de medir pulsaciones se tratara, me puse a caminar muy concentrado e impreciso, despreciando sin pruebas a la gente que frivolizaba ese domingo en la playa, diseñando planes urgentes de conversación natural, optando finalmente por espiarte a cincuenta metros y segundos de coger tu bici y marcharte en dirección opuesta, y mil cosas más.

lunes, 3 de noviembre de 2008

CRÓNICA INTEMPECTIVA, PRIMERA LARVA

Ya. Los truquillos de siempre descorazonadores pueden ahuyentar a mucha gente que merienda. Pero quizás quieran rendirse al descubrimiento de la hinchazón del alma, los pómulos de teflón sintiendo olor a chimenea. La Almería de la borrachera de mi infancia, Huelva como infancia de mis borracheras, Sevilla coma romántico.
La superación asistida tenía contactos con la extraordinaria individualidad, proezas que un minihombre canario no alcanzaría a imaginar: andar y correr, andar y beber, coma romántico.
El Mostour me esperaba, el autobús se marchaba. Trocar el lógico guión de las cosas y: coma rotonda.

domingo, 2 de noviembre de 2008

MOSTOUR, PREÁMBULO

Ya sabrán que más allá de Stoke Newington, carretera comarcal hecha alta calle, hay un pub rodeado de cuervos y relleno de mesas de billar con tapete rojo y cerveza caliente por defecto. Extra old. Donde el pino hito anuncia el final del mapa, antiviajes y antiproyectos, asoma el mismo local adaptado a la órbita suroccidental que tanto nos fascina metabolizar. Y desde esta casa, ayer, comienza mi crónica intempectiva.