viernes, 21 de noviembre de 2008

EMPIEZO A CREER EN OTRAS COSAS

Septiembre del año 2001, empiezo a creer en otras cosas. Escucharé a partir de ahora todo lo que me digas, no pondré, te lo prometo, esas caras de inteligente que te enervan tanto. Si leeré ese libro estúpido que tanto te gustó, nunca supiste, en efecto, que una palabra tras otra es un truco al alcance de unos pocos. Te gustaré más, me degradaré por agradar. Hay una razón para cambiar de dirección en cuestión de días, te lo juro por Dios. Exacto, empiezo a creer en otras cosas. No puede ser casualidad lo que dijo Nostradamus en el siglo catapúm (mi infancia, incendios forestales) acerca de la mayor impresión de mi vida de salón. Comeré con menos pasión y nunca abandonaré mi repulsa al ruido rumiante. Te invitaré más a menudo, te lo mereces. Respeté siempre tu manera de prepararte el desayuno, y te asalté. Ya me doy cuenta de que empiezo a ver con otros ojos la programación de la segunda cadena los domingos por la mañana.