sábado, 28 de noviembre de 2009

11 S

Alcanzaste a emitir un dulcísimo reconocimiento medio apoyada sobre mi mirada extemporánea, el zigzag de tu trasluz y generosidad enseguida lo escuché acelerarse contra el viento del temporal muy cerca de mis años más melodramáticos, pero guardé silencio como un San Bernardo ante tanta inseguridad y dejé de respirar durante un magnífico trago ante toda la fantasía que me quedaba por vivir.

jueves, 26 de noviembre de 2009

VIAJE SIN ABRIR LA BOCA

Y yo, que en mi adolescencia trataba con conocimiento de vida posterior la marea alta de Mont-Saint-Michel, me enfrenté con ascetismo a la pérdida de las emociones sin fronteras, a la caída de las esporas de la esperanza, desperdigadas y pisoteadas en los patios de slurry y en las plazas de ficus centenarios. Ayer estuve buscando por las tiendas inclinadas un recuerdo diferente, normando pero sutil, y sólo conseguí que me ensordecieran otra vez el espíritu las aceras sucias y las esquinas coléricas que llevaban de mi casa al instituto. La asimilación muerta, o drogada de nostalgia o de soluciones al dolor, no consentiría ya ningún atisbo de expresión luminosa, ni siquiera, Dios, cuando regresé al continente rodeado de agua y en el bus pusieron El Desprecio. En el sur impusieron el desprecio a la palabra escrita por gente escondida, regresé al hotel de Rennes y me tapé hasta la coronilla.

viernes, 20 de noviembre de 2009

MIRAR HACIA ARRIBA Y HACIA ABAJO

Hacía años que no revivía Rochelambert (a la manera medianamente épica de Perales), gracias al ruido sus mañanas de comercio, o la segunda bienvenida: ralentizados de calor, no relentizados de verano, puntos que son vecinos desde el piso más alto hasta entonces conocido. Un compañero de clase era panadero. Yo jugaba con el ordenador de teclas de goma. Dinastía. Mamá me hacía chícharos porque ese año me encantaban (planté uno en un algodón) (mamá). Iba al colegio como ahora al trabajo, después de los novillos de los demás. Después de los novillos, los toros bravos.
(Casa rural en Sierra Morena, primeras estribaciones del siglo XXI)

viernes, 13 de noviembre de 2009

TRAVELLING Y ALFALFA

Son los caballos los que comen más Alfalfa que nosotros, de mejor digestión, con el mismo sabor a resignación. Parece querer prometer el verano una especie de repesca para mí. Incansable, sigo teniendo altibajos en lo más navegable del Valle del Guadalquivir. Hay caras especiales por ahí, entre los meses de mayo y septiembre, alergia e insectos a la sombra del pino mediterráneo, una sonrisa a ciento quince kilómetros o a diez metros entre la gente. Mi tarjeta de presentación es la repetición, lo cíclico, el amor. Cuando escribí lo del fracaso juvenil guardaba con engaño la facilidad de las contemplaciones artísticas: confianza en una insolente mejoría. Pero ahora ya puedo ver el abismo. Travelling de la calle Pérez Galdós para un público de Sifnos. La única mañana que me senté en el pretil de una terraza.

viernes, 6 de noviembre de 2009

SILENCIO EN EL AMOR

He recordado mi habitación celda como pieza esencial del pensamiento orbital, de la desesperación aguda, del humor ácido blanco (del humor ajoblanco, si ocurría durante la siesta más calurosa aquel fenómeno de entreabrir los ojos hacia la ventana y musitar un aforismo irónico). Han desplazado mis labios y han refrescado el cielo de la boca ciertas frases no pronunciadas, después me han causado en el pómulo derecho un tic a modo de fibrilación gestual emotiva. La trascendencia respirable de esos modernos rectificados en el transcurso de una confesión denotaría, la última semana, la proximidad del mar y el pico más alto de la Península y la inminencia de una vuelta al pasado filobritánico evidentemente. Unos errores más adelante, los campos más antiguos de nuestra tierra servirían de reencuentro con la pasión cegadora por la hogareña poesía rota, entrega por este amor de antimateria. He recordado mi ventana autobiográfica y he reinventado la cara triste de la lunática chica que lo comprendía todo al revés.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

MI PERSONAJE (La Alfalfa, 2001)

Siempre me dicen que no, el no porque sí.
Una pantalla de amigos.
Tres cosas de estas. Escribir, leer y releer.
Un cuerpo tan cansado que lloraría, pero me limito a parpadeos de cinco minutos cada uno.
El cuerpo humano tiene un límite.
La fenomenal voz contra la aptitud para conducir. Brillo en lo que veo.
Mi público reciente está constituido por las mujeres que me llegan al esternón.
Otra noche hablando de otras noches, y la sangre entre la cara y la conciencia.