sábado, 14 de febrero de 2009

UNA FORMA DE QUERERSE

Un árbol se mueve por un golpe de viento y todas las hojas se oyen mantenerse, también desde mi cuarto puedo ver un rayo de los que llegan a la Tierra en dos, y dudo... No tanto por huir de Tony Kaye como por respeto a mi memoria, me decanto por lo que se me ocurrió primero. Después del ruido de la copa del árbol aparece el título junto con el sonido de dos copas que brindan. Me tumbo en el sofá, falsa serenidad, lo cierto es que me da miedo un gato llamado Mimí. Mis botas descansan humilladas en mi habitación porque esta mañana Mimí ha intentado fornicar con ellas. Cuando quiero estar tranquilo lo dejo fuera, en el jardín, y ¡me encierro! en la casa.
Siempre que volvía en el autobús todo el mundo me miraba dormir. Mi imagen era más incómoda que tierna. De acuerdo, me ganaba el pan con mi sobreesfuerzo, pero ya tenía un buen surtido de pelillos en la cara y así era muy difícil despertar compasión. Cuando me despertaba, la gente que había estado contemplándome apartaba británicamente la mirada y los muy imbéciles se chocaban de ojos entre sí. Oliver Twist.