jueves, 17 de septiembre de 2009

LA COSECHA DIEZMADA

Quiero hablar de amor y no puedo. Nada queda de la intrepidez que destilaba el proceso adrenalina + cerveza + clorofila del siglo pasado. ¡Santas patronas! Con esa sustancia burbujeando a cada retrocalambre existencial (déjà vu dice la opinión pública), respondiendo a la menor expresión especial de la chica 2, o de la chica 4, o de la chica 3 en un reencuentro, etcétera y los árboles de Sevilla cohesionando las historias. Con ese desasosiego imantado de valentía fue que escribí muerto de sueño subtítulos realizadores de uno o dos párrafos bajo títulos ganados en batallas de reconquista, templos de la interpretación u objetivación escalofriante de la rutina gris cemento. Sentía muchas más cosas importantes que ahora, una aceptación era el solaz rítmico de un mes de aliteraciones y curvas, de argot impreciso en busca del mismo perfume, un beso el giro para una sintaxis nueva, palabras dichas las llaves para otras no dichas, más otro etcétera de ojillos acuosos y comunicación impresionante. Y quiero escribir de amor y no puedo.