viernes, 9 de octubre de 2009

PRESENTE DE CÍCLICAS LECTURAS

El cielo de las Reales Atarazanas está agrietado como los pantanos secos intransitivos, acción en crudo, humedecido excepcionalmente por la luna que a una altura casi ideal manifiesta una blancura del siglo XVII. Se respira el presente en el asfalto, lo que viene siendo octubre, y las invenciones ondulan futuro sobre el adoquín. Los charcos ecualizan los sonidos de coches lejanos, los ecos de tus escorzos todavía cercanos chapotean a ambos lados de mi marcha nocturna, estremeciendo inocentemente el autodestructivo pulso a la vida, tarareando siempre con el mismo fonema infantil las canciones del momento. La vitalidad se retuerce buscando sales minerales y, amén de proverbios marginales, todo lo que nos rodea en digna tiniebla se divide en elementos periódicos de amor y gestos de inspiración muy interior.