sábado, 30 de enero de 2010

LA RETRANSMISIÓN DE UNA SEGUNDA VIDA

Inés descansa desnuda contra mi brazo izquierdo. Apenas puedo escribir. Entonces, un vecino imaginario golpea la azotea con gratuidad, en un esfuerzo objetivamente vulgar por significar alguna cosa, más que nazareno, en la vida de una generación lejanísima. Ahora la miro, duerme, mueve sus labios hacia este hombro eternamente adolescente, huele a café recién hecho en toda esta casa. Vuelvo a mi vocación por la I+D al refugio de una clase de indolencia aguzada. Inés me dijo que yo era bueno, sus pechos me buscan entre las palabras.

jueves, 21 de enero de 2010

FEOS MINUTOS EN LONDRES

Se abre el talón y aparece la tarde del 23 F en su cabeza envilecida de corriente polar (alguna puerta abierta allá por Escocia). La mayor andanza hasta ahora conocida le ha pasado factura, se auxilia en un parterre de ochentón acabado, en frente lo mira un pub del que sale una rata que dibuja un ángulo recto cual moto de luz de Tron que se pierde por los bajos de una sucursal bancaria hoy desaparecida. Pocas ventanas iluminadas, esbeltas y púrpuras tardes y noches, muchas persianas echadas, un proyecto vital incierto, el asfalto vacío y significativo, y amenazante, y determinista esperanza de cataclismo mundial. Una chapa restalla sobre su nuca devolviéndole a su yermo sentido del deber. Otro cartel con la “V” saboteada (“PRIMATE PROPERTY”) y retoma el derrotado camino a una casa victoriana.

jueves, 14 de enero de 2010

LA HIDALGUÍA

Era muy fácil detenerse en paralelo a un escaparate de gente colorada cenando, parecía medio preparado mirar de reojo cabizbajo madurando brindar al mañana un solemne tiro de cámara que sellara la estresante atmósfera de ruido abandonado y café fedatario. Pero ello, el árido tacto de la nobleza de transición, se revelaría más adelante como toda una conferencia del sentido para cuatro años tirados por los sumideros de la Facultad. “Silencio, se ruega. Calladamente se ruega, se pide, a lo más paranormal, por una vida resurrecta”. Y eso fue exactamente lo que tuvo ocasión después de dejar aquellos alrededores entornados, aquella época que existió a medias con el instinto y que había sido explorada con los ojos rasgados de sol, de soledad, de ensoñación.

lunes, 11 de enero de 2010

CARRETE DE FOTOSÍNTESIS

Esto es como aquellos días en que descubríamos la excursión con cantimplora y bocadillos platificados, igual que las mañanas templadísimas en que nos vestíamos de futbolistas de manera resumidamente coincidente para jugar el partido más importante del año, contra 1ºA perfectamente. Pendiente siempre en cada generoso regate de la reacción de alguna niña, iluminando mi sangre sanas expectativas, como hoy, de sed acumulada, rubor fresco, olor fresco a la vegetación de la Casa Colón, visión de una dura misión autoimpuesta. Ofrecer previsiblemente todo mi confort callado por trascendencia, heredado por independencia. La introducción al arte, a la cerveza, las expresiones copiadas del cine, las palabras generadas en viajes erosivos contra uno mismo reflejado, los años más importantes de un hombre que evita el ostracismo sin legado… y esa es la esperanza cuando arranca un autocar (o avión) desde la parte menos conocida del colegio (o aeropuerto de San Pablo) hacia un pinar de la provincia (o una ciudad del norte) entre bromas poco trabajadas: o pómulos deshechos de tanto mudo y hondo mundo.

lunes, 4 de enero de 2010

EL TIEMPO ENTRE UNA FOTO Y UN CUADRO

De pequeño no veía lo que puede causar una corriente entre dos estaciones. El descubrimiento, por supuesto, tiene menos rigor que el humor belga, pero me interesa porque desvela (siempre ocurre en las noches) la posibilidad de un travelling. Al pasar de una habitación a otra alguien abriría una puerta durante un intervalo lo bastante repentino como para suspender cualquier flequillo y toda respiración. Godard, Fitzgerald, Louis Malle y sus herederos.
Esos estímulos de segunda juventud fueron con mala frecuencia ignorados por sus protagonistas, en un lamentable trabajo de sensibilidad hacia cuestiones respetadas. ¿Pero no era más grave desaparecer sin haber comprendido lo que nos acercaba al tibio frío de la posteridad, la memoria y la profecía (todo mezclado), o atardecer con dignidad? Porque para ellos dignidad y posteridad eran la misma palabra.
Estoy seguro de que los ciclos, los grupos, las caras, reiniciarán la marcha (maratoniana y de baja intensidad) cuando la brisa y las estrellas se alíen para caminar a la inversa. Cada cruce y los movimientos de cuello, e invierno y otoño, o las capitales y el Atlántico, saben saludar y decirse adiós en una abrir y cerrar de labios, atenuado y exhausto el ritmo de mis besos por tantos antecedentes de vida.