lunes, 15 de febrero de 2010

AZOTE DE LA PORFÍA

Un respeto a la memoria, no gusté de métodos austeros austríacos para los asuntos concernientes a la grandeza.
No a las instrucciones de uso y pilotaje del intrincado soplo de imágenes azaharosas (naranjos, nunca supe desde cuándo). Me hubiera lamentado hasta el estupor de haber perdido la valentía infantil, una elegante posición de descanso en la intuición, la palabra adiós, cosas de ese mérito en la historia de un hombre sano.
El silencio de una plaza y el aplauso de unas hojas antes de la muerte.