viernes, 17 de septiembre de 2010

POST MORTECINO

Su barrio era infinito, pasaban los años y siempre había calles que exploraba con la misma barriga aterida de 1986. Sobre los mapas era fácilmente abarcable lo que podía llamarse barrio, una suma de dos medios barrios más bien, la sorpresa venía sin aviso cuando la delincuencia común se iba agazapando en zonas más abiertas, lejos de los rincones, y los peligros de sombríos zaguanes eran sustituidos por losas de arquitectos contemporáneos, bicicletas revival y trabajadas opiniones. Camarón (el mendigo del barrio) había dormido en esas calles mucho antes y soñado con paisajes asombrosamente parecidos a los que podían verse esa tarde. Ambos reflexionaban sin decencia, con la boca abierta, sin medida convencional del tiempo: el antes, lo de ahora, la humedad, la improvisación.