domingo, 31 de octubre de 2010

ERROR DE ARTE

Yo mismo camino en desacuerdo con que el recuerdo de esos acordes que titulé Enfadado con mi suerte, va a ser el albero, tetralogía que se pronunciaba fonema tras teorema en medio del tercer capítulo en el punto de inflexión de una caseta pública a una caseta privada, aparezca ahora en formato escrito. Pero es lo que me pide el cuerpo, decir que me acuerdo de las raspaduras apalabradas de limón sevillano sacralizando las natillas de declinación solsticia, así como nosotros raspábamos las aceras de navidad verdes al mediodía. Verdes de mezclar el cielo y esta luz que me hizo cabecear imperceptiblemente durante tantos años de poder, mover cielo y tierra entre dientes, sin descanso y amargamente, sin que otra generación se preocupase y sabiendo que se estaba haciendo historia en lo que era un paseo promovido por el sistema nervioso simpático. Yo mismo.