sábado, 26 de noviembre de 2016

ENTREGADO A LA PROVIDENCIA

Todas estas evidencias son inexistentes para ella. Todos los cafés que me preparo tienen una parte buena, una niebla reminiscente, recién hecha y clarividente; y una parte mala, el stock cancerígeno y refrigerado que también debo asumir. Cuando una cafetera italiana de mediana capacidad aromatiza una filosofía de vida, entonces, entonces han pasado veinte años. Adjetivar mi dimisión no me hizo más civilizado, el amor pronominal y la metametáfora tenían los sueños contados, todos estos sueños no confesados. No quería escribir aquí su nombre y apellidos como un alumno del Funcadia, y sí hibernar en la noche de siempre como un maestro del Funclub. Callar un poema con eco del océano recurrente, interpretar caritas amarillas de las que salen corazones a través del método científico. Y tengo la corazonada de que todas las cafeterías que he señalado en un mapa tienen motivos inesperados para escribir sobre la más concreta y corporal ella, pero no será hoy, hoy es sábado aún de adjetivos y ternura codificada.

domingo, 20 de noviembre de 2016

RESUMEN DEL ECUADOR DE LA VIDA

Me gusta hacer de vez en cuando un paseo forzado por cualquier ciudad de Europa para posponer la autodestrucción de los ojos caídos. Ésta por Cioran. Las nubes negras ridiculizan los lunes, y su hierba huele a tu huella en la cama. La camarera me mira como me miraría Emma Watson.

sábado, 12 de noviembre de 2016

AFILADA CARRERA

He visto bares de copas donde ahora maúllan los gatos. Botellones de mediodía más allá de Nervión.

domingo, 6 de noviembre de 2016

NADA NI DANI

Porque hacía lo mismo de siempre simulé inmortalidad. Cuando la lluvia arreciaba sobre mi cuerpo apenas mojaba mi recuerdo cruzando el Polígono Calonge, y me daría igual antes en el futuro. Reúno fuerzas sobrehumanas para ir al vagón cafetería. Me sumo a tu fiesta y me hago el inmortal, se me hunde un pie en el surco de barro de un coche y desaparezco de la noche. En caso de extinción una cerveza: una cerveza, por favor. El siglo diecinueve y el siglo veintidós enviaron su angustia, que yo abracé sentado en un autobús de la ruta aleatoria. Cualesquiera que fuesen tus gustos musicales, sean cuales sean tus deseos artísticos, voy a decirte adiós en el mundo de las malas ideas, en un universo de fe sentimental. Esos silencios me llevan y me traen siempre solo, pero fue demasiado sombrío el último viaje. A esta hora no veo nada exterior en la ventanilla. Tú tranquila, sé ocultarme desestimulante en la sombra, sólo que esta vez fueron demasiadas las palabras de relojería que han quedado por ahí sin explotar su atrevimiento. Como cuando desactivan bombas de la Guerra Civil, fastidiando los domingos de la gente.