domingo, 10 de julio de 2016

SE TRASPASA UN PLANETA

Entonces apareció ella, guapa y lejana, ahí al lado. Fin de Francia y España. El outwriter contuvo el roce reflejo. Y lo contuvo con voluntad de hierro en una caja de seguridad de papel verjurado. La adrenalina archivada (eso era un poco triste) olía como a volátil naftalina. Ella asomó de nuevo sus ojos inclinándose amorosamente sobre el abismo de dos siglos enfrentados. Cuando cruzaron dos palabras estalló el síndrome de China entre sus vidas. Y ella dudó mucho y bien, té y café, entre su vuelo y el snack-bar. Aeropuerto de Sevilla, septiembre de un año que no ha ocurrido.