miércoles, 10 de agosto de 2016

TODO ERA VERDAD

Ni era tan importante su paso por la vida, ni era para tanto su dolor. Todo era verdad. El último día creyó inventar una figura retórica que jugaría con los tiempos de lectura, años después de su muerte, sí, invadiendo espacio al alma, sí, si el futuro hubiere sido un destino. Poco importaba la realidad de los adentros. Las elucubraciones de cuando tenía 18 años fueron de verdad (bueno, 18 nunca tuvo, más bien 21); los errores sintácticos, sinceros; las malas palabras en andaluz y los gallos por escrito, amor verdadero. De cero a diez, merecía un cuatro y medio la huella de su existencia, no estaban mal sus epitafios, no mal, aunque al leerlos se podían escuchar como tres golpes de pecho a través de la pantalla y eso era, de lejos, lo peor para la gente más prójima. Todo era verdad pero no habrían despreciado alguna mentira bien construida, historias que poder hacer suyas y prorratear. Las verdades como puños devastaron su salud y todo se esfumó sin la menor repercusión. Nada tendrá peso, todo era transparente como el despertar de un bosque francés.

TU ACANTILADO DESDE UN ANTIGUO MAR

No puedo comunicarme contigo y te digo que te quiero. Ningún canal quiere configurar puentes con la mujer rubia de verdad que prometes ser, pero le digo que te quiero a un canal medio seco en la retaguardia de un polígono industrial. Como no puedo hablar de esto con nadie, no paro de comprar ropa desenfadada y mirarme en los probadores con tus ojos exploradores, atribuyéndoles defensas mermadas y brillos de miel fiel. Una alarma de incendios y un café con la mirada clavada en tu cornisa arcillosa y la tarde se ha retirado. Mañana será otra vida y gracias por delatarme sin hacer nada.