martes, 28 de febrero de 2017

DEL ÉTER

Ya no me escucharás decir que te empeñas en pasar de mí, ahora escribo que te afanas (que sepas que escribo que te afanas). En estos tiempos subo a tender lisonjas interiores con pinzas adverbiales de madera y de plástico, hablando grave a un alambre conductor que vibra al viento de las campanas del adviento. Los diferentes colores se romperán como papel quemado cuando te haya sobrevivido oficialmente y haya dejado de escribir al fin sobre una vida no escrita. Ni la Giralda refleja las desavenencias que ocurren a sus pies, rupturas de miel, ni es Navidad ya nunca. Tus pechos en manos de otro no ayudarán en primavera (y me recuerdas por encima de su hombro), y yo no creo en la salvación del mundo tal como lo concibes.

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