sábado, 27 de mayo de 2017

MUSA GUADIANESCA

Los ojos se me iban cerrando a medida que el milenio se asentaba y se vulgarizaba mi discurso y combustionaban espontáneamente mis recuerdos sobre ti. El alcohol inflamaba todo lo que tenía que ver contigo, ese ruido crepitante de mi asma era una entidad metafísica llena de energía de mis veinte años. Yo había quedado para ocultarme diletante, entre tanto arte prescrito, en la autocomplacencia, como narrando una y otra vez el mismo flujo de imaginaciones y adrenalina. La adrenalina es amor, te rezaba hasta el final de nuestros desencuentros. No me conoces de nada y en lo alto de tus elevadas concepciones de la vida sabes que esa silueta se parece a mi noble cuerpo.