sábado, 11 de marzo de 2017

EL ESPONTÁNEO

Cómo sabían banalizar mi desamor las añiles y sencillas alegrías de la naturaleza. La excitante gloria común era elegir los mismos veladores y las mismas especialidades sin coincidir jamás. Mostrar lo mejor de nosotros dos en días discordantes con sonrisas y relatos muy diferentes, inmortalizados, ahora bien, por un mismo inmenso manto de calidez. La nostalgia en Sevilla era cervecear sin apenas comer, mirar sin apenas pudor a forasteras de ojos claros transmitiendo rituales de humor y amor físicos y expresando sinestesia en una ironía cabizbaja, olvidarte. Las cuatro de la tarde de siempre, una chica deshilaba mis iniciales en camisas clásicas que no reconocía. Consumirme y rescatarte.