Si volando hasta el edificio de la luz verde, aquel que ocultó a la luna ayer, si alcanzando el balcón de un séptimo para ver el mar oscuro, si universalizando el cielo desde mi sobreático hasta la mismísima Riminiscencia, corro el peligro de olvidarme de ti, al otro lado del pueblo, entonces ya no sabré si lo nuestro era tráfico o rompeolas*, lo mejor que te dije nunca según tu voz más pequeña.
*La visualización de una playa de noche y las olas rompiendo en la orilla como antídoto de una carretera donde los coches se relevan sin descanso muy cerca de nuestra habitación a la hora de dormir.
martes, 15 de septiembre de 2009
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