lunes, 26 de enero de 2009

EL FINAL ANTES DE CIEN EPÍLOGOS

He dicho que ahora me gustan más las cafeterías, los aparcamientos subterráneos y los libros españoles. La hora de la siesta hecha palabras, capitales, otros paisajes. Las acuarelas del siglo XXI, mi hermano mayor y la salud convencional y convincente. La tranquilidad, la paternidad y dormir sin cerrar uno de los párpados, la concentración. Y así es como se igualan tensión y calma.
Mi cansancio es energía para crecer, vuestro pasado una sombra que dejaré de aprovechar. No puedo permitir que me ocurra como a mi amigo del colegio y su detallada retrospección sin camino que desandar. Su colegio y mi colegio están hoy más lejos que su bar y mi casa. Y tampoco puedo pensar que la duda que yo suscito entre el tú y el usted tenga asegurada la eternidad.
No escondo de todas formas que la paciencia en la más despejada percepción será una novedad muy poco ilusionante, y creo que hay que pedirse una más.