Así sí, sin voz, cantándote un miserere de cuatro horas con sinceras miradas terminales entre
esta gente que te cuida tanto. Así se enfosca mi trabajado monumento al agneau égorgé desdibujado de aquel patio
de época, ahora bien acabado en este sobreático napoleónico. Era verano y un día
yo te encantaba, pero otro día te ponía de los nervios, era la falta de transparencia. Importar el botellón
inopinado a los Jardines de Luxemburgo y creer que el tiempo te devuelve a una
juventud para expertos: es el exceso de supervivencia.
viernes, 16 de mayo de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)