miércoles, 12 de agosto de 2009

TARA FASCINANTE

La humanista fuerza que te permite aguantar nubes de arena, hipersensibilidad alérgica, cerveza caliente, whisky Navarlaz. Como muchacho bien sugestionado me lo imaginaba todo desde planos semicenitales y travellings con música extradiegética hasta para ir a mear. Y los destellos líquidos y los colores vivos apreciados ya entonces como las aportaciones más románticas de los años noventa sobre el tablero. Además tuvieron lugar desconciertos brillantes, la nítida anarquía individual e incluso neoliberales ganando elecciones.
Ahora como respuesta a tu pregunta imaginaria, aunque te hagas la invisible o la olvidada, decir que te deseé la primera vez que te vi. Durante la barra libre que siguió al saludo, tu antecesora me dijo que tenías mucha vida dentro, pero la mayor diferencia dulce con respecto a ella misma, es que tenías mucha más vida fuera y por atraparla hacías preciosos intentos espontáneos y, literalmente, movimientos irresistibles de tu cuerpo. La segunda vez confirmabas a un observador imparcial, finisecular y concentrado en otras oportunidades, que seguías respirando el oxígeno escaso de las tardes inesperadas de amor y carbonizando los amoríos tanto tiempo esperados. Ibas especulando con el paso de los acontecimientos en contra de todas las ciudades a las que pensaba llevarte cada mañana que me largabas rapidísimo.
Al poco perdiste ese mirar por encima de los registros convenientes y aunque yo intentase coordinar mis códigos vitales y mis voluntades más o menos seguras, la verdad es que sólo miedo y naufragio empecé a representar para ti. Y aunque la idea de naufragio no estuviese mal adaptarla a nuestra edad, te digo hoy como caballero bien sugerente que no vuelvas a preguntarme de qué voy cuando te escriba otro poema y te hagas la sueca o la inmortalizada.