lunes, 11 de enero de 2010

CARRETE DE FOTOSÍNTESIS

Esto es como aquellos días en que descubríamos la excursión con cantimplora y bocadillos platificados, igual que las mañanas templadísimas en que nos vestíamos de futbolistas de manera resumidamente coincidente para jugar el partido más importante del año, contra 1ºA perfectamente. Pendiente siempre en cada generoso regate de la reacción de alguna niña, iluminando mi sangre sanas expectativas, como hoy, de sed acumulada, rubor fresco, olor fresco a la vegetación de la Casa Colón, visión de una dura misión autoimpuesta. Ofrecer previsiblemente todo mi confort callado por trascendencia, heredado por independencia. La introducción al arte, a la cerveza, las expresiones copiadas del cine, las palabras generadas en viajes erosivos contra uno mismo reflejado, los años más importantes de un hombre que evita el ostracismo sin legado… y esa es la esperanza cuando arranca un autocar (o avión) desde la parte menos conocida del colegio (o aeropuerto de San Pablo) hacia un pinar de la provincia (o una ciudad del norte) entre bromas poco trabajadas: o pómulos deshechos de tanto mudo y hondo mundo.