domingo, 29 de marzo de 2009

ANTES DE LA LITERATURA

Aguante. Me he dado la vuelta y la he perdido de mi radio impresionable. Tristeza. Suena una canción de un grupo de esos que son populares y alternativos a la vez en cantidades exactas aquí o en Illinois, y la gente se vuelve loca. Frío. Maldigo mis ilusiones de las dos y media de la tarde, ella tan naranja y cachonda, mi consiguiente resistencia a las despedidas, mi emblemática adhesión a todos los planes para el fin de semana. Esto es fracasar. Ya la veo marcharse, naturalidad y desinterés, se la ve en la lejanía de unos colores debilitados, unos andares salerosos, pequeña y poderosa. Delantera. Y Otra. Con la generación que hay aquí y yo apenas venzo la violenta corazonada de viento y hojas cortarrollos mientras atruena el segundo single que me permito titular como me dicta un zumbido: “Cuando es vivaz un hundimiento”.
Fin de aquel sabor morado de unos labios dulces.
Más o menos consagrado al principio de las tardes.