jueves, 1 de abril de 2010

LOS VIANA

Me dediqué a la leyenda, bajo melodía insensata de amorío a saco, redundancia envuelta en una nube de apócrifas palabrotas al tímpano. Y ella no podía imaginar lo que vendría más adelante, al paso de esa misma nube de vapor de deseo, extenuado sentimiento de sevillanía. Amores como soles un jueves santo de aquí a Linares, historia arriba. Corteza de intuición descarada, morenaza. Y no era la ocasión oportuna para redactar un invento narrativo sobre la juventud grave, sino que más bien el río acaudalaba cuerpos inermes sin defensas morales de tanta genial saturación estética, y otra vez esos olores de calidad y leyenda, el gran colorido, la luz de la Plaza de Cuba y los Viana que se recuerdan mirando al suelo. Otrora la delgadez inmortal.