sábado, 28 de febrero de 2015

CIENCIA ENTRE TÚ Y YO

Con las gafas de llegar a un hotel de 3 estrellas, ducharse y ver la tele portuguesa, pude oler cómo la luz antigua iluminaba tu lado más rojo de amarillos y silencios palpitantes, o en otras palabras, es emocionante que todos aparezcamos muy ingenuos en nuestros propios recuerdos y que en los champús de cortesía residan los méritos de una estrella cuando menos. Como falso es un verso libre declamado e improductiva una cursiva de deseo, me desprestigiaba proyectar un vídeo de tu indiferencia para mi canción preferida del lustro, y consideraba seriamente, mientras te hacías no se qué en el pelo, la catarsis de adelantar el daño previsto si seguíamos jugando así a las películas. La nueva amenaza en el nudo de los cuentos va a ser, pensé, gritar que viene el relativismo feroz. Y tras ver a tu abuela de regreso a Salamanca ya no te comí jamás.

miércoles, 11 de febrero de 2015

NO QUIERO MORIR

Concilio una postura pragmática para quedarme dormido pero me activa un estampido de frío desde el pasillo. No es un dementor, voy al baño. La frente se mira intrigada en el espejo. Arreglo el embozo, el de 100% algodón, disimulando pálidamente ante el descanso frustrado. Consulto el móvil, 0% sorpresas agradables, y releo las últimas conversaciones, las mismas últimas. Les intercambio el color a las intervenciones para comprenderlo todo mejor. Y todo suena horrible. Habrá que retirarse dignamente, pero antes repasaré mis incertidumbres, mis nervios de racimo... no había más que pedir, ¿verdad?, y mejor era pedir que robar una musa independiente. Todo sonaba artificial de corazón, Danieloide. Me he levantado, he encendido la luz y he terminado con escritura automática este antiepitafio en la arena. No hay mareas en una playa artificial: para los restos mi alegato timorato.

domingo, 1 de febrero de 2015

EL FIN DEL SIGILO

...Que su piel era mi bola de cristal. Una locución teenager para los tiempos de los holas y adioses, juegos de palabras y coincidencias reverberantes, no había nada más. Entresemanas inexistentes, un silencioso titular provisto de ilusas ceremonias, un estilo inspirado en la repetición pero también en el sabotaje postrero, la sobremesa indecente del sábado literativo, un caso real de literhartura. No recuerdo el nombre de ninguno de sus amigos neocon, básicamente pasaba las noches inhalando las primeras ideas de otra vida sobre la manera de abordarla y tocando sus perfumadas promesas sin sacar las manos de los bolsillos. Y como implosión de una subexistencia, llegar a estudiar los programas motrices de los focos en las discotecas por jurarme acercar muchísimo mi oscuridad a su deslumbramiento.