lunes, 8 de diciembre de 2008

U.T.A.

La primera Facultad cristalizó en el placer de trasnochar con la sensibilidad de un Flaubert, un Mark Morriss encarando la humedad, la luz y el sonido con el gesto transparente y lento, muy seguro junto a ella. Rodearla con el brazo, detenerla, retomar el regreso, tocarla y despertarla, portales de Navidad y rocío de la mañana. Y olvidar en Londres, episodio que funcionó como la terraza cubierta de una juventud donde tomarse un respiro salvaje y volver vacío y pragmático y convencido de mí, opiniones. Comenzar de menos cuatro. Universidad, Trasnoche y Amor.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionante post, la verdad.

Hiceistes tu el video? o quien ha hecho semejante obra de arte?. Tengo que ver la letra de la canción porque no entiendo nada.
Lo que si me ha quedado muy muy claro es que estamos viviendo en Londres, aunque bastante mejorado. Mejorado por los detalles del pescado fresco y bien cocinado con el rebozado hecho con harina de garbanzo, cerveza fria para días de sol y clara, no pasa nada si se oxida, calles llenas de gente no tan fria (excepto las chicas) y animales que aunque tengan crestas de colores no piden 1 libra por hacerse una foto con ellos, como unos que yo me conozco de Camdem town. Genial la foto Tower of London-Reales Alcázares, nadie lo diría, pero es ´"asín".

Rafa dijo...

Yo sigo con lo mío. No soprende ver a Whit Stillman comentar lo siguiente: "Metropolitan, for example, took four years to write, on and off, in the wee hours of the night in a caffeinated haze" ..a altas horas de la madrugada en una bruma cafeinada. Otro hermano más que sumar a la lista (si es que no estaba ya incluido).

Acabo de terminar la lectura de Vida y Destino, la novela de Vasili Grossman. Desde La Casa Verde no había visto tanta generosidad en el uso de los momentos concretos de emoción. Un equivalente literario a las mejores canciones de Bowie (si estas duraran horas y horas, son 1100 páginas)

Hace una semana tuve uno de esos momentos memorables en los que se es presa de unas cagaleras fulminantes a una hora en la que no hay bares abiertos y a una distancia no considerable pero interesante de casa. Me di cuenta de que en situaciones como la descrita el cuerpo reacciona de la mejor manera posible, poniendo a disposición de uno todo el arsenal físico disponible (vergüenza obliga). Así fue como comprobé que corriendo era capaz de soportar mejor la irresistible presión sobre mi esfinter. Más aún, era capaz de correr durante 15 minutos a velocidad jamaicana sin cansarme (estoy seguro de que podría haber corrido durante horas). No comentaré el feliz e ineluctable desenlace, pero si os diré que me siento satisfecho (iba a decir aliviado) por comprobar como ante situaciones de riesgo soy capaz de reaccionar positivamante.

Sí, Daniel, no podemos elevarnos. Bellavista obliga...