domingo, 1 de febrero de 2015

EL FIN DEL SIGILO

...Que su piel era mi bola de cristal. Una locución teenager para los tiempos de los holas y adioses, juegos de palabras y coincidencias reverberantes, no había nada más. Entresemanas inexistentes, un silencioso titular provisto de ilusas ceremonias, un estilo inspirado en la repetición pero también en el sabotaje postrero, la sobremesa indecente del sábado literativo, un caso real de literhartura. No recuerdo el nombre de ninguno de sus amigos neocon, básicamente pasaba las noches inhalando las primeras ideas de otra vida sobre la manera de abordarla y tocando sus perfumadas promesas sin sacar las manos de los bolsillos. Y como implosión de una subexistencia, llegar a estudiar los programas motrices de los focos en las discotecas por jurarme acercar muchísimo mi oscuridad a su deslumbramiento.

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