lunes, 3 de noviembre de 2008

CRÓNICA INTEMPECTIVA, PRIMERA LARVA

Ya. Los truquillos de siempre descorazonadores pueden ahuyentar a mucha gente que merienda. Pero quizás quieran rendirse al descubrimiento de la hinchazón del alma, los pómulos de teflón sintiendo olor a chimenea. La Almería de la borrachera de mi infancia, Huelva como infancia de mis borracheras, Sevilla coma romántico.
La superación asistida tenía contactos con la extraordinaria individualidad, proezas que un minihombre canario no alcanzaría a imaginar: andar y correr, andar y beber, coma romántico.
El Mostour me esperaba, el autobús se marchaba. Trocar el lógico guión de las cosas y: coma rotonda.

1 comentario:

Rafa dijo...

Por fin me dieron las tarjetas de visita. Ver el propio nombre impreso le hace sentir a uno extraño y curiosamente obligado, como cuando alguien en voz alta pronuncia nuestro apellido (mascullamos un "presente" apenas audible por el miedo). Tendría que ser una obligación pasearse por el pasado, algo así como Vian en La Hierba Roja (que para nosotros sería Laa Hierbaa Rojaa). Volveríamos con algunas ideas ya previstas y otras se irían improvisando sobre la marcha. Donde nos quedamos dormidos aparecería un despertador, y allí donde callamos se oiría una voz antigua y gangosa queriendo parecer segura. Yo volvería al Padre Manjón, a que de una vez por todas me pegasen los gamberros. Daría una vuelta por el IB Velazquez a comerme una de aquellas cuñas digitálmente servidas (y ya sabes a qué me refiero) en la cafetería del instituto. Por último visitaría la Facultad para lamentar todo el tiempo que perdí y ya nunca podré recuperar. Otra posibilidad sería la de volver a a ser un niño, y ser presa de confusiones habituales. Entonces fueron Gary Cooper, Gregory Peck y Cary Grant (pero quién es quién?). Hoy serían Hamilton y Obama (pero quién es negro?).